Capítulo 42.
Sombras.
La
dificultad para cazar era mínima para Josh. Se movía de un lado al
otro con facilidad, agilidad y rapidez.
Llevaba medio día cazando
y ya se había aficionado. La primera vez que sus labios probaron
aquel líquido rojo, caliente y vivo fue maravillosa. Nunca antes se
había sentido tan bien, tan poderoso. Nunca antes el nombre de Josh
había tenido sentido alguno. Ahora él sabía que era algo más,
algo especial.... era Josh de Marco.
Grace iba detrás de él.
Todo el día lo había seguido y, aunque le había empezado a gustar
cazar con Josh, el sol se estaba poniendo y ya era hora de volver al
castillo.
-¡Josh! -gritó mientras
lo seguía- ¡Hay que volver!
Josh se detuvo.
Persiguiendo a un animal había llegado al lago. La vista le pareció
espectacular y era digna de ser contemplada. El rojizo sol sobre los
altos y robustos árboles, el espectro de ellos reflejados en la
serena y clara agua, el mágico brillo rojizo y amarillento por todas
partes, el lago era simplemente hermoso.
-¡Vaya! Nunca antes había
visto algo semejante. Es magnífico. -dijo perplejo.
-Sí, aunque hemos llegado
un poco temprano. Cuando la luna está en auge, este sitio es mágico.
-Entonces quedémonos
hasta que pueda verlo -dijo Josh encantado con la idea de poder hacer
realidad sus deseo.
-No podemos, hay que
volver.
-¿Al castillo? ¿Para
qué? -preguntó saliendo del encanto.
-Bueno, hay que determinar
qué eres.
-¿Determinar qué soy?
-preguntó confundido.
-Nunca antes se había
transformado un superhombre a vampiro, puede que tengas variaciones,
quiero decir, algo diferente a nosotros.
-¿Qué quieres decir?
¿Qué soy otro tipo de monstruo?
Grace no contestó. Dio
media vuelta y empezó a caminar dispuesta a seguir el camino de
vuelta a casa.
Esta vez no corrieron,
Grace pensó que era mejor no hacerlo así Josh tenía tiempo a
calmarse.
Estuvieron caminando
durante un largo tiempo hasta que Josh decidió no continuar.
-Espera, -dijo
consiguiendo que Grace se detuviera- no puedo hacerlo. No puedo
volver y fingir que todo está bien y que... -sus labios se cerraron
por un momento, bajó la vista al suelo y continuó- Yo no estoy
bien.
-Sé que no estás bien
pero conseguirás estarlo, te lo prometo.
-Es que no lo entiendes.
No es solo que tenga miedo es que estoy aterrado. ¿Qué pasa si no
soy como vosotros? ¿Qué pasa si soy algo raro? Puedo ser el
experimento que sale mal.
-Tienes razón, no
entiendo por lo que estás pasando pero tú no serás diferente a
nosotros. Ella te convirtió, ella no pudo haberse equivocado.
-Me gustaría tener la
misma confianza que tú tienes en ella.
Sus marrones ojos miraron
al cielo y una gota cayó y se estrelló contra su mejilla. Esa noche
iba a llover.
Las tenues luces del
castillo se deleitaban escuchando a Ella tocar el piano. Con los ojos
cerrados, tocaba una dulce y triste melodía. Cada nota se clavaba en
ella, cada tecla que tocaba le dolía.
Sabía que ellos se
acercaban. Que él quería respuestas. Sabía que ninguna excusa iba
a ser lo suficientemente buena... pero ella lo amaba y cada tecla que
tocaba seguía doliendo.
Grace abrió la puerta y
el hechizo que Ella había conseguido con su melodía se desvaneció
como la neblina al salir el sol.
Ella se puso de pie y con
mucha paciencia caminó hasta el sofá y se sentó en el.
-¿Fuera llueve?
-preguntó.
-Sí, mucho -respondió
Grace.
-Quitaos la chaqueta y los
zapatos y acompañadme -dijo señalando el sofá.
Grace y Josh hicieron lo
que Ella les había pedido. Dejaron los zapatos cerca de la puerta y
dieron sus chaquetas a Emelga, la estática joven que siempre atendía
a sus peticiones, quien nunca se quejaba y siempre se mantenía en
las sombras.
-Supongo que querrás
saber más de los que recuerdas así que pregunta, si puedo te lo
contestaré.
-Ella, -dijo Josh serio-
creo que es tiempo que empieces a contar todo lo que sabes: por qué
soy como tú, que es eso del pacto, por qué si lo sabes todo nos lo
ocultas.
-Josh, -dijo Emeer
mientras entraba al salón- no todas tus preguntas obtendrán las
respuestas. Hay cosas que Ella no puede contar.
-¿Por qué no las puede
contar? -preguntó él.
-Porque son cosas del
pasado y no solo te involucran a ti -respondió- Grace, ven conmigo.
-Claro -dijo. Se levantó
del sofá y junto a su padre salió del salón.
-Ella, no te voy a negar
que estoy enfadado pero también estoy muy confundido y necesito,
-suplicó- necesito que me digas porqué lo hiciste.
No lo hizo por le pacto,
tampoco para evitar una guerra más dura entre superhombres y
vampiros. Lo hizo por amor. Él no podía morir, él tenía que estar
con ella para siempre.
-Hace tiempo me pidieron
que lo hiciera, era un pacto, tenía que hacerlo -mintió.
-¿Quién te lo pidió?
-Ya has oído a mi tío,
es el pasado. Las cosas del pasado no se dicen, se ocultan. Lo
realmente importante es tu futuro.
-Ella, yo no sé si pueda
o quiera vivir eternamente así. El futuro el cual intentas hablarme
no es futuro para mi, no tiene sentido. No es futuro porque será lo
mismo de siempre, todos los días la misma rutina: esconderme del
sol, salir por la noche, cazar y poca cosa más. Es un maldito
círculo vicioso, la serpiente se come la cola una y otra vez, una y
otra vez. Hubiera preferido morir.
-Pero tu no podías morir
ese día.
-Entonces hubiera deseado
quedarme sin poderes y ser un humano más.
-¿Desear ser un humano?
¿Cómo puedes desear ser uno? La vida humana también es una rutina.
-No. es diferente. La vida
humana no es eterna. Ellos tienen un ciclo, ellos son diferentes.
-Ellos son débiles.
-Te equivocas. La
debilidad humana es su mayor arma, esa es su mayor fuerza.
-Tú y yo somos fuertes,
ellos no.
-Tú y yo haremos lo mismo
todos los días. Ellos viven cada momento al máximo, disfrutan de
cada amor, se alegran por las cosas más insignificantes.
-Pero también sufren.
-Cierto. La diferencia
está en que nosotros sufrimos eternamente.
-Voy a demostrarte que te
equivocas. Vamos, ven conmigo.
Josh siguió a Ella hasta
la biblioteca, allí esperaban Grace y Emeer. Era hora de saber si
Josh era diferente a un vampiro o era como ellos. Era tiempo de
quitarle a Josh esa absurda idea de ser un humano, él tenía que
darse cuenta que ser un vampiro era mejor que cualquier cosa. Morir
era mejor que vivir.
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