Capítulo
18. Tempus Fugit.
A
lo lejos, Luca, percibió dos figuras con forma de hombre y supuso
que la figura de menos estatura era Grace pero, quién era la otra
persona?.
-ah!
Eres tú!
-Si,
soy yo. Qué te pasa? Por qué ese tonito?
-Qué
tonito? Así es como hablo. Tienes algún problema con mi tono de
voz?
-Ya!
Basta! Joe, gracias por acompañarme hasta mi casa pero, de verdad,
no hacía falta, enserio.
Luca
vamos dentro.
Luca
la sigue dentro y Joe se queda quieto viendo cómo Luca y Grace
entran, luego se va sin decir nada.
-Por
qué vino hasta aquí?
-Qué?
Joe?
-Si.
Por qué vino?
-Pues...
eso. Me acompañó porque me doble el tobillo.
-Y,
estás bien?
-Hahahaha!
Cómo me preguntas eso? Soy Inmortal, recuerdas?
-Es
verdad. Cómo se me ocurre?
Luca
coge de la mano a Grace, sube las escaleras corriendo hasta llegar a
la puerta de la terraza, la abre con cuidado y la poca luz de un día
gris y lluvioso llega a los ojos de los dos. Luca estira del brazo de
Grace y la empuja contra la pared y acorralándola con sus dos
brazos.
-Qué
haces?
-Nada,
solo tengo ganas de hacer esto. Qué no puedo?
-No,
no puedes. Dejame salir!
-No,
estoy harto de hacerte siempre caso y esconder mis sentimientos hacia
ti. También me he cansado de ver cómo el estúpido de Joe se
divierte con Jennifer y tú aquí como tonta esperándolo.
-Qué?
Me llamas tonta a mi? Quién te haz creído que eres?
-No
me digas nada, solo dejame hacer lo que quiero hacer.
-El
qué quieres hacer?
Luca
se iba acercando lentamente hacia ella hasta llegó a los labios de
Grace y le dio un tierno y profundo beso, justo en el momento en que
los labios de ambos entraron en contacto, el cielo oscureció y
relampagueó con mucha fuerza y seguidamente cayeron gotas con
intensidad hacia ellos.
La
intensa lluvia paró el momento , eso hizo que Luca se apartara poco
a poco de Grace al mismo tiempo que dejaba caer sus brazos. Grace
bajó la mirada se apartó de él, caminó hasta el borde de la
terraza y saltó. Sus pies tocaron el suelo y corrió, corrió sin
rumbo, no le importaba si la lluvia mojaba su larga cabellera negra,
no le importaba si el barro manchaba su corto vestido o si sus
zapatos nuevos se dañara, solo quería llegar a ese lugar, ese lugar
que tenía el poder de consolarla cuando ella más lo necesitaba,
aquel sitio idílico que secaba sus lágrimas, limpiaba su cuerpo y
sanaba su corazón.