Capítulo 39. Markus
Jensen.
El sol empezaba a ocultarse y Josh,
en su habitación, caminaba de un lado a otro con preocupación.
Suelo fregado, estanterías limpias,
libros ordenados, cama tendida... todo lo que Max le había ordenado
ya estaba hecho sólo faltaba el equipaje. Encima de las grises y
perfectamente lisas sábanas tendidas sobre la cama, había un bolso
mediano abierto con algunas camisas y pantalones y, esparcidos sobre
la cama, habían calcetines, más camisas y algunos calzoncillos.
Caminaba de un lado a otro intentando
pensar en algún plan o en algo que pudiera solucionar su situación
actual. ¿Mentir o decir la verdad? Se encontraba en medio de dos
bandos, sin salida, presionado y asfixiado por tener que elegir.
Una tras otra, las ideas bombardeaban
sus pensamientos pero ninguna de ellas eran lo suficientemente buena
como para llevarla a cabo.
Minutos más tarde, sus intentos por
buscar una solución fueron interrumpidos por un mensaje de Max.
“¡Vamos date prisa! Te estamos
esperando en el coche. Asegúrate de cerrar la puerta con llave
después de salir.”
Metió de prisa lo que tenía sobre la
cama dentro del bolso la cerró, lo cogió y bajó las escaleras.
Apagó todas las luces, cerró la puerta de la casa como su padre se
lo había dicho y se dirigió al coche.
Cuarenta minutos más tarde llegaron al
destino. Las intensas luces de las instalaciones alumbraban gran
parte del exterior.
Entró en las instalaciones con su
padre y los dos hombres de la noche anterior, el hombre bajo y calvo
y el otro, alto y delgado.
-¿No te habrás olvidado de las
instalaciones? -preguntó Max.
-Nunca olvidaré los maravillosos días
que pasé aquí. -respondió Josh con sarcasmo.
-Tengo que ocuparme de unos asuntos, ya
conoces el camino. -dijo Max yéndose del lugar.
La última vez que estuvo allí fue
durante el verano de sus quince años y nada había cambiado.
Recordaba los veranos en las instalaciones como una escuela más,
algo así como una escuela de verano, un corto período para
entrenar.
Caminó hasta su habitación, dejó el
bolso en una esquina y abrió la inmensa ventana. Era ya de noche y
mientras dejaba que el frío viento de enero se colara por sus
huesos, recordó los buenos recuerdos que guardaba de la estancia en
las instalaciones. La cálida brisa del verano, la acogedora sombra
de un árbol en los días más calurosos, la paz y tranquilidad que
sentía las tardes con lluvia... no todo fue un mal recuerdo, había
cosas que olvidaba con frecuencia pero las cosas buenas, esas cosas
siempre intentaba mantenerlas vivas.
-¿Vas a cerrar la ventana? Hace un
poco de frío. -interrumpió la voz de un chico.
-¿Qué? -preguntó Josh volteando a
ver quién era.
-Qué si vas a cerrar la ventana,
estamos en enero y hace mucho frío.
-Un momento, -dijo desconcertado y
molesto- ¿Quién eres tú? ¿Y qué haces aquí?
-Soy una persona y no hace ese tono de
voz, ¿eh?
-Lo siento, es que no estoy
acostumbrado a tener visita.
-Oye si te conociera te vendría a
visitar, pero ese no es el caso.
-Entonces, ¿qué haces aquí?
-Pues visitarte está claro que no.
-Hablo en serio, ¿puedes dejar de irte
por las ramas?
-Se me hace difícil explicarlo pero si
estás aquí es por algo, así que voy a contarte mi secreto. Soy
un... ¿cómo lo diría? Un superhombre, , sí y estoy aquí por el
entrenamiento de esta semana -movía la manos para explicarse mejor-
ya sabes, para atacar a los vampiros.
-Me da igual que seas un superhombre,
solo quédate en tu espacio.
-¿Por qué estás enfadado? ¿Es por
qué no me he presentado aún? Lo siento, tienes razón soy un poco
mal educado, me llamo Markus Jensen. -Markus estiró el brazo para
darle la mano en señal de saludo.
Josh vio el brazo extendido de Markus e
hizo caso omiso y se presentó: -Josh de Marco -dijo con desgana.
Markus retiró rápidamente la mano
cuando escuchó el nombre y dijo: -Aaah! El hijo del presi, ya decía
yo que esos aires de superioridad se daban por algo.
-¿Qué? -preguntó Josh molesto.
-Nada, nada -dijo Markus- relájate
Josh, solo era una broma.
-No quiero problemas así que quédate
en tu espacio que yo haré lo mismo. -dijo Josh poniendo fin a la
conversación.
Ala mañana siguiente, Josh salió muy
temprano de las instalaciones. Mientras el frío viento circulaba a
sus anchas, Josh no podía dejar de pensar en Ella. Era cierto que
Ella actuaba de una manera rara, que posiblemente su mente tenía más
años de los que su físico aparentaba, pero le daba igual, le
gustaba y no importaba que ella fuera un vampiro. ¿Por qué tendría
que importarle? Él era medio humano, medio vampiro, era hijo de una
vampiresa, era más o menos como Ella solo que la sed de sangre no lo
cegaba cuando tenía hambre. Tampoco le importaba que los ojos de
Ella pudieran ponerse fosforescentes, ni que él corriera peligro
cada vez que se acercaba a ella.
Después de tanto pensar en Ella, sus
amigos vampiros y su padre, la mente de Josh se colapsó y tomó una
decisión muy importante, no sabía cómo había llegado a ese estado
mental ni tampoco cómo había tomado una decisión tan drástica,
pero la decisión ya estaba tomada, su mente aclaró sus pensamientos
y le mostró el verdadero camino. Josh no iba a estar al lado de su
padre en la guerra, iba a estar con Ella y los vampiros.